Fuerzas Contrarias

¿En contra de que se enfrentaba la iglesia del siglo I mientras luchaba por establecerse?

El hecho de que los cristianos en el Imperio Romano enfrentaban a menudo oposición es bien sabido. Los escritores de la historia de la iglesia han dedicado muchas páginas a la persecución por parte de Roma, de aquellos que afirmaban seguir a Jesucristo-persecución que llegó a un jefe de vez en cuando bajo el reinado de emperadores como Nerón.

Lo que menos se ha comprendido bien es la oposición, la competencia y la persecución que se presentan en las páginas del Nuevo Testamento mismo, y no solamente en las cartas de los apóstoles. De hecho, el antagonismo era ya la norma durante el ministerio de Jesús. Aunque muchos de sus oyentes admitieron que hablaba con autoridad, incluso la gente común encontraba sus enseñanzas demasiado difícil de aceptar. Pero lo más importante, las enseñanzas de Jesús desafiaron a la jerarquía religiosa establecida de esa época. Por lo tanto su mensaje hizo que algunos sintieran la necesidad de competir además de oponerse.

Vale considerar la naturaleza exacta del antagonismo con que la iglesia primitiva se enfrentaba, pues a menos que entendamos las fuerzas en acción desde el mero comienzo de lo que se conoce como la Era Cristiana, sencillamente no podemos poner el resto de la historia de la iglesia en su contexto propio. El malentender el medioambiente en el que Jesús, los apóstoles y la iglesia primita operaban, genera más incomprensión, de este modo la historia que surge no puede ayudar sino ser errática.

JUDAÍSMO SECTARIO

En la segunda parte del siglo XX, os historiadores de la iglesia comenzaron a reconocer que el judaísmo del siglo I no era unificado, homogéneos, al contrario se encontraba altamente fraccionado—un «Judaísmo jaspeado», la forma como un comentarista lo pone. Obtenemos algún entendimiento al estudiar los relatos del Evangelio, con sus varias referencias a los saduceos, fariseos, herodianos, escribas y samaritanos. Estos grupos representan la mayoría de las grandes sectas de acuerdo a Josefo, historiador judío del siglo I (agregó en su lista a los esenios—un grupo que no se menciona en el Nuevo Testamento, pero que en la actualidad está asociado con los Rollos del Mar Muerto y los antiguos asentamientos en Qumrán). Solamente que, en varias maneras este era solamente la punta del iceberg. La historia no solo registra divisiones dentro de este grupo, sino que además identifica numerosas sectas pequeñas dentro del judaísmo. Puede argüirse que Jerusalén calló bajo los romanos en el 70 d.C. a causa de la lucha interna entre los diferentes grupos dentro de la ciudad.

Los principales puntos de diferencia incluyen la fecha de espera de la aparición de del Mesías, qué escritos se consideraban válidos, y quienes por derecho deberían pertenecer al sacerdocio o ser sumo sacerdote. Esta gran diversidad se agravó fuera de Judea, en lugares como Alejandría, Egipto, donde las ideas filosóficas griegas habían influido en gran medida a la comunidad judía. Los ejemplos de tal influencia pueden verse claramente en los escritos del eminente filósofo judío de esa ciudad, Filón.

Con diferencias entre los Judíos ya bien arraigadas durante la vida de Jesús, es inevitable que a su muerte la iglesia de inmediato se encontró frente a la competencia y la oposición de otros grupos judíos y filosofías paganas que amenazaban con hacer fracasar a algunos de los miembros.

¿UNA IGLESIA DIVIDIDA?

¿Que decir de los apóstoles mismos? ¿Tenían puntos de vista contrarios uno del otro? Es cierto que los Evangelios muestran un nivel de competitividad entre los mismos discípulos de Jesús quien en ocasiones se encuentran rebeldes y egoístas. ¿A caso este comportamiento continuó después de la muerte de Jesús y la iglesia establecida?

Mientras que algunos teólogos hoy en día están reconsiderando el arraigado punto de vista en los apóstoles referente a la ley en particular siendo extensamente divergentes, la mayoría se mantienes fijos respecto a esa opinión. La epístola de Pablo a los Gálatas, por ejemplo, señala lo que ellos ven como una prueba de conflicto entre él y Pedro (véase Gálatas 2:11–14). David Strauss y Ferdinand Baur, teólogos alemanes del siglo IXX (lideres de la Escuela de Teología en la universidad de Tubinga, los cuales influenciaron la mayoría de los estudios sobre el Nuevo Testamento por mas de un siglo) son grandemente responsables por introducir esta idea. Cada uno aplicó la recién creada dialéctica del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel para concluir en que la primera parte de Los Hechos trata con el cristianismo petrino, mientras que el segundo se refiere a su supuesta antítesis, el cristianismo paulino. Ellos basaron sus conclusiones en la idea de que Gálatas saca a la luz las opiniones contrarias de estos dos hombres y una división que resultó dentro de la iglesia. Más recientemente, Markus Bockmuehl, en su obra Jewish Law in Gentile Churches (La Ley Judía en Iglesias Gentiles), ha propuesto que el problema no era entre Pablo y Pedro sino entre Pablo y un grupo de visitantes de Jerusalén que habían sido enviados por Santiago.

¿Acaso la epístola apoya dichas conclusiones? Pablo no utiliza el mismo lenguaje crítico contra Pedro de la manera como lo hace contra sus oponentes religiosos en Galacia. Es evidente que Pablo quiere que entendamos que Pedro (y Barnabas con él) entendió claramente su punto y reaccionó apropiadamente en lugar de hostil o de manera competitiva.

¿Qué decir de Santiago y Pablo? ¿Estaban hablando de los dos aspectos de una declaración cristiana en conflicto, o de hecho estaban hablando de lo mismo?

En realidad, el supuesto argumento entre ellos es solo otro esfuerzo entre ellos para mostrar que también ellos tenían sus desigualdades doctrinales. Leer a Pedro y/o Santiago como oponentes de Pablo es forzar una noción preconcebida dentro del texto que el Nuevo Testamento simplemente no apoya (véase «El Nuevo Testamento: ¿Correctamente Dividido o Hecho Trizas?»). Hoy en día un creciente número de comentarios no ven la razón de sostener la ficción de dicha separación, que fue postulada por Martín Lutero en el siglo XVI considerada por muchos escritores desde entonces sin leer las escrituras con atención de los relatos y su contexto completo. Un libro sobre Santiago en 2007 incluye un capitulo titulado «The Letter of James as a Document of Paulinism? (¿La Carta a Santiago como un documento del paulinísmo?)» de Margaret M. Mitchell observa que la epístola de Santiago de hecho hace sentido de las epístolas de Pablo y el proceso ofrece una reconciliación de Pablo «con los “pilares”»—los lideres de iglesia incluyendo a Santiago.

En resumen, proyectar el comportamiento antes de la conversión de algunos de los apóstoles en la emergente iglesia después de la muerte y resurrección de Jesucristo sería hacerles tanto a los individuos involucrados como a la historia de la iglesia una injusticia. La transformación de los discípulos después de la resurrección y el derramamiento del Espíritu Santo crearon un espíritu nuevo y unificado entre los primeros seguidores. (Para mas sobre este tema, véase la serie Los Apóstoles)

COMPETENCIA EN ABUNDANCIA

Casi sin excepción alguna, cada libro del Nuevo Testamento hace referencia o por lo menos toma nota de la oposición externa encarada por los apóstoles y la iglesia como un todo durante el siglo I.

El libro de los Hechos proporciona el primer registro de la joven iglesia, comenzando con la ascensión de Jesucristo a los cielos y el envío del Espíritu Santo para fortalecer al pequeño grupo de seguidores. La primera mención clara sobre competencia fuera de las sectas religiosas en Jerusalén, se encuentra en Hechos 8:9–24, el relato sobre Simon el Mago en Samaria. Aunque en los Hechos no se habla mas de las actividades subsecuentes de Simon el Mago, escritos del siglo II indican que prosiguió a establecerse el mismo como contendiente de la iglesia haciendo danos significativos.

Sin embargo, no todos los ataques de competencia similares fueron como los de Simon el Mago. Apolo de Alejandría es introducido en Hechos 18:24–28 como potencial rival quien, al aprender de la iglesia y las enseñanzas de los apóstoles, unió fuerzas con ellos.

Pasando a las epístolas, encontramos mas detalles de los contrincantes y en ocasiones de sus mensajes o enseñanzas. Las epístolas de Pedro, Juan y Judas todas hablan de falsos maestros quienes no solo se oponían a los apóstoles sino que buscaban atraer discípulos para ellos (2 Pedro 2:1–3; 1 Juan 4:1–3; 3 Juan 9–11; Judas 4). Sus enseñazas erróneas tales como Docetismo, Marcionismo y el Gnosticismo.

«Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras... Y muchos seguirán sus disoluciones».

2 Pedro 2:1–2

Con todo, es Pablo quien provee el mayor conocimiento de la oposición que la iglesia afrontaba. Por ejemplo, de acuerdo a su carta a la congregación en la ciudad griega de Corintos, ese grupo encontró un numero individuos a quienes Pablo acuso de disfrazarse como «ministros de justicia» (2 Corintios 11:13–15). Se nos dijo que algunos de estos primeros oponentes contendían en que la resurrección de los muertos, de la que se hablo y se escribió por un numero de apóstoles y el mismo Jesucristo, era una fabula (1 Corintios 15:12–18) o que no contenían ninguna promesa futura (2 Timoteo 2:16–18).

Las cartas de Pablo a las iglesias dentro de la región conocida como Galacia hablan de otro problema que rivalizaba con las enseñanzas apostólicas desde los primeros comienzos. Pablo escribe, «Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo» (Gálatas 1:6–7).

«Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que hay otro sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo».

GÁLATAS 1:6–7

Entender la naturaleza exacta del tema ha resultado difícil, sin embargo, en que el enfoque del apóstol al escribir a los gálatas es analizar los argumentos de los oponentes sin siquiera decirnos exactamente quiénes eran o lo que estaban enseñando. Los gálatas mismos hubieran estado bien familiarizados con la situación, por supuesto, así que haber detallado tal información a ellos habría sido innecesario. Nosotros, por otro lado, se nos deja el deducir sus dogmas desde los puntos que Pablo procede a hacer.

Claramente estos contendientes eran judíos, buscaban tener varones gentiles adultos circuncidados para que pudieran ser considerados prosélitos y por ende fueran contados como miembros de la casa de Israel. ¿Acaso eran seguidores de Jesucristo (que en aquellos días eran considerados una rama del judaísmo)?

De hecho, la pregunta de cómo un hombre gentil podía ser salvo y así participar en el mundo a venir era un punto significativo de contención entre los judíos en el primer siglo, así que el punto de vista de Pablo de circuncidar a un hombre gentil no era necesario no era una idea tan radical. El debate aun continua hoy dentro del esquema del particularismo frente al universalismo. Entonces al igual que ahora, ambos lados utilizan las Escrituras para justificar sus creencias.

Pablo había llegado a entender y ensenar que los gentiles podían ser salvos sin llegar a ser parte de Israel a través de la circuncisión. No obstante, no todos los líderes de la iglesia primitiva habían llegado a ver esto, y algunos pusieron obstáculos cuando escucharon sobre esto. Tan polémico era el tema que llego a ser objeto de una conferencia de apóstoles y ancianos en Jerusalén, como lo registra en Lucas in Hechos 15. Su relato indica que el tema llego a un punto critico, pero también que los apóstoles y otros lideres pronto alcanzaron unanimidad sobre el tema por medio del efecto unificador del Espíritu Santo; todos acordaron que el entendimiento de Pablo estaba correcto (para mas información sobre el tema, véase la parte 4 de nuestra serie Los Apóstoles). En contraste, no existe registro alguno de dicha unidad o cualquier resolución en la narración de los Gálatas. Es imposible decir de cierto si es que los apóstoles oponentes en esa región afirmaban ser seguidores de Jesús, pero claramente estaban fuera de compás con los lideres de la iglesia, y hasta podrían haber sido miembros de otra secta judía.

En otras situaciones, algunos de los discípulos se desviaron de las enseñanzas de los apóstoles, y algunos de ellos vieron la oportunidad de adelantar su estatus al diseminar ideas de su propia creación. Los apóstoles advirtieron a la iglesia de dichos individuos (véase 3 Juan 9–11).

Sin embargo, no todas las oposiciones vinieron de entre los judíos. Grupos paganos asociados con varias escuelas filosóficas también vieron a la iglesia como un lugar de donde reclutar discípulos para ellos mismos. En Colosas, Pablo justamente confrontó las enseñanzas de un grupo como esos, l o que nos proporciona con un caso interesante de estudiar de por lo menos una forma de competencia que la iglesia enfrentaba (En el próximo numero de Visión estudiaremos mas de cerca de esta caso).

En recopilación, el registro del Nuevo Testamento desde sus primeros días es que la iglesia existía dentro de un ambiente hostil en donde grupos tanto de judíos como de gentiles trataron de arrebatar discípulos para sus propias enseñanzas. Tales enseñanzas falsas no fueron el resultado de los apóstoles y lideres de la iglesia en división. Cualquier antagonismo real venia de fuera, y el efecto de dicha oposición iría en aumento a medida que los apóstoles y líderes originales de la iglesia desparecían de escena.