Gente: ¿Quién la necesita?

Analizando la amistad y otros lazos sociales.

Las personas son seres sociables. Es un rasgo innato, innegable e ineludible, asentado en la profundidad del cerebro en un conjunto de núcleos de neuronas en forma de almendras llamadas amígdalas cerebrales. Por la falta de estas, los seres humanos pierden la sensibilidad emocional, el reconocimiento del significado emocional de familiares y amigos y cualquier concepto de un mundo social. Pueden llegar a aislarse a s mismos, evitando el contacto humano, sin embargo, para estos no existe la soledad el dolor o lagrimas porque no son capaces de comprender la magnitud de su pérdida.

Por el contrario, los seres humanos saludables—con las amígdalas intactas—ansían la compañía humana. Por mucho que a nuestro llanero interior le guste la idea de cabalgar solitariamente a la puesta del sol, la gente real, no puede florecer de esa manera y con el tiempo, en la práctica, hacer de su caballo un confidente, de su auto o cualquier otro posible sustituto como compañero. Estas no son noticias de último momento, por supuesto. Incluso antes de que fuera tomado en cuenta por las diversas ciencias estudios sobre la necesidad humana de vínculos sociales, durante largo tiempo has sido reconocida como una verdad fundamental por escritores y otros observadores de la naturaleza humana. Aun así, en ocasiones las implicaciones de esta verdad pueden pasar desapercibidas.

«Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!»

Eclesiastés 4:9–10, Nueva Versión Internacional

«Ningún hombre es una isla entera por sí mismo», escribió en 1624 el poeta renacentista John Donne; «cada hombre es una pieza del continente, una parte esencial. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca mandes preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti». Clérigo y poeta a la vez, es muy posible que Donne haya leído algunos de los antiguos escritos hebreos preservados en la Biblia, como por ejemplo estas palabras atribuidas al Rey Salomón: «Su deseo busca el que se desvía, y se entromete en todo negocio» (Proverbios 18:1, Versión Reina Valera 1960).

Incluso en la sociedad occidental moderna, estigmatizada de individualista hasta la médula, el imperativo de la conexión social se reconoce en las obras culturales de todo tipo: «La gente que necesita de la gente», escribió el poeta lirico Bob Merrill en 1964, «es la gente más afortunada del mundo». La canción pasó a centrarse principalmente en las relaciones románticas. En tanto que las parejas románticas sin duda califican como «gente que necesita de la gente», estas no son en absoluto los únicos que la necesitan. Todos estamos en el mismo barco—ya sea, soltero, casado, viejo, joven, hombre, mujer; sin importar raza, cultura, o cualquier otra descripción—la interacción social humana es clave de nuestra supervivencia.

Sin embargo y para acabar, ¿qué es la «conexión social»? ¿Cuántas existen y que tipos son importantes?

Antes de abordar estas cuestiones, sería útil definir los términos y derribar totalmente algunas de las telarañas de la psicología popular que oscurecen la vista cuando se trata de entender la importancia de las relaciones sociales.

ANIMAL SOCIBLE O LlANERO SOLITARIO?

La sencilla palabra, social, puede suscitar una variedad de imágenes. Los psicólogos sociales hacen uso de esta palabra para describir a los humanos como seres que viven en una sociedad organizada interdependiente. El termino habilidad social describe la facultad de una persona de mantener relaciones positivas de cualquier tipo, ya sean lazos extremadamente cercanos o unos mas casuales. Con frecuencia los lazos sociales se refieren específicamente a las amistades, aunque desde una perspectiva más amplia describe la conexión de los individuos y su sociedad. Sin embargo, la palabra social de una manera más coloquial puede tener una connotación totalmente diferente. En una «reunión social», podemos platicar con las personas sobre cosas que en realidad no importan, en consecuencia calificamos esa interacción de superficial, innecesaria, frívola. Podemos ver a algunas personas revoloteando de conversación en conversación y las etiquetamos de ser «personas superficiales», incapaces de sostener relaciones profundas. O podemos ver a los que prefieren quedarse sentados, a estos les llamamos «tímidos» y asumimos que tienen habilidades sociales pobres.

Los estereotipos como estos son derivados de lo que podría ser una de las telarañas más fuertes que oscurecen el entendimiento de las relaciones humanas, además de que siempre ha sido un tópico candente en los estantes de las librerías de la psicología popular: clasificación de personalidades. Especialmente popular entre el público en general son los conceptos de extraversión y la introversión. Estos términos generan un debate apasionado con algunos libros que ensalzan las virtudes de la extroversión, mientras que otros responden que la introversión es el estado más iluminado. ¿Qué tan exactas son estas representaciones, y de dónde vienen? Años y años de investigación, ¿verdad?

Ciertamente, un gran número de estudios se han centrado en los extrovertidos y los introvertidos, aunque los investigadores no utilizan estos términos en la forma que la mayoría de la gente lo hace. Lo que varios periodistas que informan sobre este tipo de estudios no se dan cuenta, es que antes de que los individuos sean aceptados como sujetos de investigación, estos deben obtener un puntaje muy alto o muy bajo en las pruebas psicológicas para la extraversión o la introversión. Curt y Anne Bartol, respetados psicólogos, profesores y autores de varios libros de texto de psicología criminal, explican que «por lo general, dos de cada tres personas van a clasificar dentro de la categoría “promedio” dentro de la dimensión de la extraversión, de esta manera descalificándolos de los estudios basados en la extraversión e intraversión. Aproximadamente el 16 por ciento de la población son extravertidos, y el otro 16 por ciento son introvertidos, el resto (68 por ciento) son ambivertidos» (Criminal Behavior: A Psychosocial Approach [Comportamiento Criminal: Una Perspectiva Psicológica], énfasis añadido). Dicho de otra manera, los estudios que comparan a los introvertidos y extrovertidos examinan a las personas que tienen tendencias a los extremos—una minoría de la población. Puede ser tentador pensar de la extraversión y la introversión como los dos lados de una moneda—que cada uno de nosotros es lo uno o lo otro—sin embargo, simplemente este no es el caso. En su lugar el concepto debería ser visto como una escala o espectro que contiene bastantes (en general de preferencia) puntos promedio.

¿De dónde se deriva entonces el concepto psicológico popular de la introversión y extraversión? Si bien se ha ido transformando desde su origen, cualquier punto de vista s la personalidad fue intencionalmente desarrollado por Carl Jung, quien junto con Sigmund Freud y Alfred Adler es considerado el padre de la psicoterapia moderna. Sin embargo, para Jung la distinción no tenía que ver con las tendencias sociales. Más bien, se refería a la dirección en la que la propia «energía psíquica» fluía; los introvertidos prefieren enfocar en cosas tales como sus sentimientos internos, sueños y fantasías, en tanto que los extrovertidos tienden a enfocar en lo externo, en realidades tangibles—no solo en los demás sino también en cosas. Jung, quien indudablemente estaba intrigado por sus propios sueños y visiones, también estaba fascinado por tradiciones místicas—en especial aquellas con fuerte simbolismo como el gnosticismo, la alquimia y la cábala. Se pueden reconocer sombras de estas filosofías en sus puntos de vista sobre la personalidad.

Siguiendo al pie de la letra los tipos psicológicos de Jung, Katharine Cook Briggs (1875–1968), junto con su hija Isabel Briggs Myers (1897–1980), desarrollaron el ahora popular Indicador de Personalidad Myers-Briggs (MBTI por sus siglas en inglés). Aunque ninguno de ellos era psicólogo, se les ha descrito como perspicaces «observadores de la conducta humana». Katharine había estudiado personalidades leyendo varias biografías, así que en 1920 cuando se topó con el libro Tipos Psicológicos de Jung, reverberando tanto en ella a tal nivel que se lo presentó a su hija, y las dos mujeres fueron motivadas a desarrollar una prueba de personalidad basada en estos preceptos. En 1943 fue publicada la primera versión del MBTI, y Myers, en particular, trabajó a lo largo de las próximas décadas para perfeccionar los elementos de prueba con la esperanza de ayudar a la gente común a identificar su tipo de personalidad de acuerdo a Jung.

A pesar de que el MBTI quizás sea la prueba de personalidad más aplicada en círculos populares hoy en día, los psicólogos y clínicos no la usan con frecuencia. Hasta cierto punto esto se debe a que está diseñada específicamente para aplicar las teorías de los tipos psicológicos de Jung—un enfoque no seguido ampliamente por los profesionales de la salud mental de la actualidad. Las preguntas son estructuradas para responder si o no, sin opción de niveles disponibles. Esto se debe a que la teoría de Jung y el MBTI asumen que las personas gravitan de un polo a otro en las medidas de la personalidad.

Al contrario, las pruebas de personalidad como el Cuestionario de Personalidad Eysenck o el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota que es una escala de calificación de la personalidad de flujo continuo. Los psicólogos prefieren estas pruebas sobre el MBTI debido a su capacidad para medir lo que pretenden medir en las evaluaciones de salud mental. Y si bien muchas de estas otras pruebas también incluyen escalas para medir algo que se llama «introversión» o «extraversión», no utilizan los términos con el sentido que Jung les da.

Con estos antecedentes en mente a medida que exploramos la importancia de las relaciones sociales, entonces, parece que el enfoque más útil sería el de evitar etiquetarnos a sí mismos y a los demás con términos generalmente malentendidos y mal aplicados como éstos y en cambio centrarnos en la universalmente compartida y bien reconocida necesidad humana de conectarse.

RECONSIDERANDO LA AMISTAD

¿Qué tan importante es nuestra necesidad por los lazos sociales? Tan importante que llegamos al mundo con ella, al igual que llegamos con la necesidad de alimentos y agua, ropa y vivienda. Si alguno de estos requisitos falta, no somos capaces de prosperar.

«No te protejas con un cerco, hazlo más bien con tus amistades».

Probervio Checo

Naturalmente, nuestros primeros vínculos son generalmente con los miembros de la familia, sin embargo, mientras que éstos puede que estén entre los más formativos no son las únicas relaciones que vamos a necesitar en el transcurso de nuestras vidas. Las relaciones entre compañeros empiezan a tener una influencia en nuestro desarrollo bastante temprano durante la infancia, y las habilidades pro-sociales que se desarrollan durante estos años afecta a muchas de las medidas de la salud y el bienestar en la edad adulta. Los estudios en los distintos contextos culturales indican que aquellos que carecen de redes sociales fuertes son más propensos a sucumbir a (además de tener problemas de recuperación) una enfermedad mental y física. A medida que envejecemos, los amigos suelen superar en número a la familia en estas redes, dándoles un papel cada vez más importante para mantener nuestra salud.

Sin embargo, además de los beneficios para la resistencia física, mental y emocional que confiere una sólida red de vínculos sociales de apoyo, la amistad sirve en otras funciones importantes. En parte, aprendemos acerca de quiénes somos y quiénes esperamos ser a través de la retroalimentación de los demás. Con algunos de estos otros, vamos a tener relaciones profundas y duraderas, en tanto que con otros tendremos relaciones más casuales. Sin embargo, la importancia de lo que aprendemos sobre nosotros mismos a través de su retroalimentación puede tener muy poco que ver con la profundidad percibida de la relación individual. Incluso, son capaces de influenciarnos de maneras profundas sorprendentes, como lo han descubierto algunos investigadores, hasta dentro de la era de la internet parece ser que las amistades permanecen muy diversas y complejas en las vidas de la mayoría de la gente.

En su esfuerzo por entender esta complejidad, los investigadores británicos sociales Liz Spencer y Ray Pahl llevaron a cabo un detallado análisis sobre la naturaleza de la amistad y su papel en la sociedad de hoy día. Publicado en 2006 bajo el titulo de Rethinking Friendship: Hidden Solidarities Today (Replanteando la Amistad: Solidaridades ocultas en la actualidad), el estudio delineó las «comunidades personales» de hombres y mujeres en diferentes edades, etapas del curso de vida y antecedentes socio-económicos y étnicos en toda Gran Bretaña. Los investigadores buscaron por cualquier patrón existente, al mismo tiempo observando la rica variedad en la forma en que las personas organizan sus mundos sociales. Curiosamente, en lugar de reforzar los temores de que la Internet ha debilitado los lazos sociales y hecho de la interacción cara a cara obsoleta, se encontraron de que «no se ha producido una retirada en masa de las relaciones sociales cara a cara, y parece que la Internet se utiliza principalmente para complementar y mantener las relaciones existentes, en lugar de la creación de redes personales totalmente nuevas». Al examinar a través de entrevistas profundas las clases de relaciones que las personas incluyen en sus comunidades personales, Spencer y Pahl notaron que la familia y los amigos no son necesariamente grupos distintos en la mente de la mayoría. A algunos amigos se les valora como familia, en tanto que algunos miembros familiares pueda que disfruten más un estatus como de amigo que el resto de los demás. También expusieron un dominio profundo dentro de la forma de crear amigos lo cual pone en claro por qué los términos tales como extraversión e introversión son en gran medida inapropiados y hasta engañosos cuando se utilizan para describir formas humanas de interacción social.

«Sin saber algo a cerca de la calidad de las diferentes amistades, es difícil sacar varias conclusiones sobre el hecho que algunas personas incluyen más de veinte amigos [dentro de su plano comunitario personal], otros simplemente uno o dos», observación hecha por Spencer and Pahl. De hecho, su estudio se presentó al menos siete formas prominentes de las comunidades globales de carácter personal, ocho tipos de amistades y cuatro tipos de repertorios de amistades, un término que pretende describir las funciones que las personas permiten a los amigos al participar en su comunidad personal.

Por ejemplo, aquellos con un repertorio básico de amigos es posible que frecuenten únicamente a la familiares o compañeros para apoyo, relaciones confiables, o podrían preferir «poner las cosas en orden por sí solos». Le pueden permitir a los amigos que tomen un papel limitado, sin embargo, no consideran a los amigos como confidentes o redes de apoyo.

Las personas con un repertorio intenso definen su comunidad personal por sus relaciones más cercanas, más complejas. Su plano comunitario personal no va a incluir cualquier nivel de amistad más allá de, por ejemplo, el tipo del mejor amigo o el compañero del alma a un conocido o a un miembro de la familia.

En contraste, aquellos con un repertorio centralizado incluirán a ambos, amistades simples y complejas dentro de sus planos comunitarios personales, a pesar de que harán distinción entre su pequeño núcleo de amigos o confidentes junto con una gran variedad de asociados y amigos «divertidos».

Por último, pero no por ello irrelevante (aunque no tienen intención alguna de que sus clasificaciones sean para describir todos los límites de la naturaleza de la amistad) es lo que muestran Spencer y Pahl con sus repertorios de términos amplios. Las personas con un repertorio amplio de amistades que incluyen tanto las amistades simples y complejas, al igual que aquellos con un repertorio central. Sin embargo, sus planos contienen una variedad aun más amplia de tipos de amigos incluyendo representativos de casi todos los ocho tipos de amigos: asociados, contactos útiles, amigos de favores, amigos del ocio, los ayudadores, buenos compañeros, consoladores, confidentes y las almas gemelas. «Los amigos juegan muchos papeles diferentes y las personas con este tipo de repertorio toman a sus amistades muy en serio», observó Spencer y Pahl. «Tienden a apreciar las cualidades particulares de los diferentes tipos de amistad».

Mientras los comentaristas sociales a veces rechazan la importancia de las relaciones sobre la base de la sociabilidad y la diversión, Spencer y Pahl encontraron que estas relaciones pueden ser calmantes para el estrés, haciendo importantes contribuciones a la resiliencia emocional. Como uno de los sujetos de su investigación señaló: «Porque la vida es tan grave, la mayor parte del tiempo,… es bueno conocer personas con las que te puedas relajar. … Hoy en día todo mundo trabaja muy duro y acelerado, que en ocasiones lo que necesitas es alejarte de ello y divertirte mucho con los amigos».

Prácticamente, este sentir puede cobrar apoyo empírico, en el sentido de que hablar constantemente sobre un problema (rumiación) ha sido relacionado por los investigadores a la infelicidad y hasta a la depresión, y en cuanto a que verdaderamente sirva para ayudar a compartir un problema con un amigo, dándole vueltas incesantemente al problema tiene el efecto opuesto. Además de alimentar la depresión y el menoscabo de la capacidad de la resolución del problema, la rumiación tiende a desgastar la compasión de nuestra red social, alejando incluso a los amigos más cercanos. Es evidente que, teniendo en cuenta este factor por sí solo, puede ser útil para una red de apoyo social para incluir a algunos amigos con los que los problemas puedan ser compartidos y otros que puedan servir de distracción. De hecho, cuando Spencer y Pahl compararon los resultados de las medidas en las estructuras comunitarias de carácter personal de los sujetos, se encontraron con algunos patrones. Resultados pobres de salud mental se agruparon entre las personas con las comunidades personales muy pequeñas, así como aquellos cuyas comunidades personales eran frágiles, ya sea debido a la inestabilidad de la familia durante la infancia o simplemente por falta del cultivo de amistades. Spencer y Pahl atribuyen este modelo de salud mental al hecho de que las personas con comunidades más amplias de carácter personal tienen una serie de personas en quien confiar y buscar apoyo. Por otro lado, las personas que tienen «todos sus huevos en una sola canasta» es probable que encontremos todo su mundo sacudido si su única relación de apoyo no está disponible.

El estudio de Spencer y Pahl no es simplemente una prueba más de que las relaciones sociales son esenciales para la salud humana. Una de sus más importantes contribuciones a nuestro entendimiento de que los lazos sociales son el hecho de que nuestras conexiones sean tan ricas y diversas, y que nuestros patrones para de formarlas y mantenerlas es tan individual que las etiquetas tales como «introvertido» o «extrovertido», o afirmaciones de que la internet predice la muerte de la interacción social, es un mal entendido. Como seres humanos, nuestra necesidad de la interacción social es innata. Introvertido, extrovertido o ambivertido, todo el mundo necesita una variedad de enlaces con las demás personas para poder estar mental, física y emocionalmente saludable.

Parecería, entonces, que las personas que necesitan de las personas no son solamente las personas más afortunadas del mundo, o incluso las más felices. Ellos son los únicos. Estos somos nosotros.