Pensando Entre Líneas

¿Por qué es tan predominante el engaño? ¿Será posible pensar con mayor claridad y determinar una verdad más confiable?

¿Ha oído hablar de la Procter & Gamble una gigantesca compañía internacional? Se dijo que el famoso distribuidor de conocidos productos para el hogar, entre los cuales habían productos de limpieza, cosméticos y comestibles, dedicaba una porción de sus enormes ganancias anuales para la financiación de cultos satánicos; al fin de cuentas, ¿que no estaba basado el logo de la compañía en un conocido y antiguo tema para los satanistas? Además, no era secreto: fue admitido por el presidente de la corporación a nivel nacional por la televisión norteamericana. Al menos eso se nos informó: algunas fuentes incluso proporcionaron la dirección donde se podía obtener copia de la confesión televisada. Así que, obviamente la historia era cierta. ¿O no?

¿Qué hay de lo que se dijo sobre los científicos de la NASA hace algunos años, que intentaron calcular la posición exacta de varios conjuntos de sistemas solares en precisos momentos en el futuro? Fueron obstaculizados cuando una consistente discrepancia de varias horas surgió una y otra vez. A sugerencia de uno de sus miembros, quien recuerda de su infancia una historia de la Biblia a cerca de Josué orando por más luz del día para luchar una batalla importante, las computadoras fueron recalibradas para examinar el status quo astronómico en esa fecha. La diferencia les sorprendió: representó casi 40 minutos de la discrepancia. A continuación, el mismo ingeniero recordó otra historia bíblica, en esta ocasión fue el rey Ezequías, quien pidió una señal de que fuera sanado de una grave enfermedad. Su reloj de sol retrocedió alrededor de 10 grados, exactamente equivalente a los todavía faltantes 40 minutos. Según el informe, las propias computadoras de la NASA probaron que estos dos incidentes bíblicos fueron literalmente verdaderos. No solo eso, sino que se les fue dado el nombre de un hombre que estaba ahí y que corroboro la historia: un asesor de la NASA llamado Harry Hill. ¿Con tan específico y verificable detalle, como podría esta historia ser falsa?

Luego está el oscuro secreto del Código Universal de Producto, o UPC (el código en barras en toda clase de comestibles y otros productos). Este casi siempre se encuentra dividido por tres pares de barras en negrillas que van hacia la derecha a través de la figura ordinaria impresa. Se nos dijo que, un par de barras en este código representa la figura del 6, así que el UPC encapsula el 666, el famoso numero de la Bestia advertida en el libro de Apocalipsis (13:16–18). Esto es fácil de ver y simple de confirmar. Así que nuevamente, debe de ser verdad.

ENGAÑOS LEGENDARIOS

¿Le parecen conocidos estos informes? Cada uno fue ampliamente publicado, sin embargo cada uno es falso y traen consigo el error y el engaño puro.

La historia de Procter & Gamble es un fraude se remonta a los años 60; por décadas la mentira fue difundida, aunque algunos de los detalles fueron cambiados de vez en cuando para mantener al día la historia. Jamás existieron copias de la confesión televisada, pues muy pocos de los que leyeron el reporte se tomaron la molestia en confirmarlo.

Tampoco la gente se detuvo a prestar atención a los detalles detrás del reporte de la NASA. Si lo hubieran hecho, hubieran encontrado que no existían hechos: Harry Hill ciertamente era una persona real y él fue quien diseminó la historia, solo nunca tuvo conexión alguna con las computadoras de la NASA o con nadie que trabajara ahí. Su historia fue pura ficción. A pesar de toda su historia sigue siendo publicada en algunos sitios del internet sin indicación alguna de que haya sido ampliamente desacreditada.

Por años el mito del UPC ha estado en circulación y continúa sano y salvo en el internet hasta la fecha. Sin embargo representa un grotesco malentendido: las barras enfáticamente no son códigos del 6. Su propósito es simplemente proporcionar puntos de referencia mientras el código pasa por la cabeza de lectura.

«Nuestra disposición en aceptar leyendas depende mucho más en la expresión de conceptos que queremos creer que en su propia plausibilidad».

Cada uno de estos ejemplos, y un sinnúmero de otros como estos, lanza al lector en aguas profundas invitándole a llegar a un juicio basado en el engaño, error o ignorancia. Para poder poner en práctica un pensamiento sano, la persona necesita estar en guardia contra tales evidencias falsas; aunque es más fácil decirlo que hacerlo. Por ejemplo, si usted es un creyente en la veracidad de la Biblia, algunos de los ejemplos que hemos citado serán de interés en decisiones y conclusiones que usted ya se había formado anteriormente. Ahora, si usted se creyó las historias de la Procter & Gamble o la NASA, lo embaucaron; y si le dio crédito al UPC–con la explicación de la «marca de la Bestia», su mente fue desviada del verdadero significado de la escritura en cuestión, quizás de manera peligrosa.

Otro tema es la justicia. Procter & Gamble, por ejemplo, perdió ganancias durante varias décadas por causa del bien intencionado (pero mal informado) boicot que la gente le hizo a sus productos. Contadas las veces las compañías multinacionales disfrutan audiencias públicas compasivas, sin embargo piensan por un momento en la injusticia que se origina de la divulgación de reportes falsos por gente mal informada. Después de luchar durante varios años en contra de rumores maliciosos y demanda r a un competidor por diseminarlos, Procter & Gamble finalmente resolvió el asunto en 2008. Lo que uno podría esperar fuera el fin todo, unos cuantos sitios web aun sostienen que la compañía mantiene nexos con lo oculto.

La Sabiduría Está en el Balance

Un poderoso emblema que aparece en los tribunales de del mundo libre es el de una mujer con los ojos vendados sosteniendo una balanza: esto caracteriza a la justicia, ciega a los engaños, pero confiada en la justicia. Nuestra mente puede guiarnos acertadamente—y de manera equitativa—sólo si somos capaces de apartarnos de la mentira y nos aseguramos que nuestra manera de pensar sea sana y justa. Un paso importante en cuidar de nuestra «vida mental» es estar a la defensiva contra engaños atrayentes.

Sin embargo, ¿cómo podemos separar los engaños atrayentes de los genuinos? ¿Existe alguna manera de sopesarlos y actuar con imparcialidad? Para resolver ese problema definitivamente se requiere la sabiduría del rey Salomón.

Una de las primeras decisiones que se le pidió tomar a Salomón como soberano de Israel implicaba exactamente esta clase de problemas. Dos mujeres se presentaron ante él, cada una alegando que cierto niño les pertenecía y que el segundo niño—un niño muerto—pertenecía a la otra. Salomón decretó que el niño vivo debería ser partido en dos y darle la mitad a cada una de las reclamantes. De manera inmediata la verdadera madre, por el bienestar del niño, intervino e insistió que la otra madre recibiera al niño intacto. Entonces el rey cambió su juicio, restaurando al niño con su verdadera madre. Observe que su táctica intuitiva trajo a la luz la verdad del asunto y facilitó su decisión; nunca fue su intención llevar a cabo semejante juicio bárbaro por primera vez (1 Reyes 3:16–28).

Salomón empleó sabiduría: sabía la naturaleza del amor maternal—que preferiría renunciar a la custodia del niño que ver al niño morir. Incluso si no reivindicamos la sabiduría y el entendimiento de Salomón, somos seres humanos y por lo tanto sabemos algo de cómo piensan los seres humanos.

En otro pasaje de la Biblia, encontramos a cuatro hombres en un profundo y preocupante argumento. Job sufrió una terrible desgracia y en el proceso perdió su perspectiva; se lamenta, protestando por lo injusto de la vida. Los otros tres no saben cómo responderle a Job, por el contrario lo condenan, diciendo que de alguna manera se merece lo que le ha pasado.

Un joven llamado Eliú había escuchado silenciosamente los juicios y estaba en capacidad de señalar las fallas tanto de Job como de sus acusadores. Cuando las aguas vuelven a su cauce, Eliú da paso hacia delante y declara que «hay un espíritu en el hombre», advierte que «los de muchos años quizá no sean sabios, ni los ancianos entiendan justicia» (Job 32:2–22). Sabía que estaba apto para expresar su opinión pues era un ser humano, no debido a su edad y (supuestamente) sabiduría.

Del mismo modo, podemos saber que nuestras propias mentes son valiosas para ayudarnos a evaluar la verdad acerca de los problemas, pues sabemos lo que es ser humanos. Cuando aplicamos lo que sabemos de nuestra propia psicología—nuestro propio modus operandi—nosotros, al igual que Salomón y Eliú, a menudo podemos separar la mentira de la verdad. Es fundamental que pensemos en nuestros motivos, acerca de cómo nos convencemos (y a otros) de nuestros sentimientos, y respecto a cómo nos engaña nuestras mente, y bajo qué circunstancias.

Herramientas Vitales

¿Existen otras maneras que podamos establecer ya sea o no que la información sea verdadera? En los ejemplos al comienzo de este artículo, hicimos referencias que podrían, con un poco de esfuerzo ser validadas. El informe de la Procter & Gamble de hecho proporciono una dirección en donde la gente pudo haber escrito solicitando la copia de un informe, sin embargo el embaucador sabia que muy pocos se tomarían la molestia en corroborar. Quizás el trayecto más sabio es el ser escéptico y tomarse el tiempo en confirmar las fuentes.

Otra norma general útil es conocida como la Navaja de Occam, un pensador de finales del Siglo XIV fue quien lo sugirió, William de Occam. De hecho, dice que la explicación más sencilla para cualquier cosa es la más probable. Los Crop circles (pictogramas), por ejemplo, han sido explicados como actividad de seres extraterrestres. La explicación más sencilla es que unos cuantos sujetos traviesos los crearon. De acuerdo a la Navaja de Occam, esta explicación es la más prudente que podemos adoptar (y de hecho ya se ha comprobado verdad en por lo menos algunos de estos casos).

A mediados de la década de 1990, un químico alemán llamado Peter Plichta escribió un libro titulado God’s Secret Formula (La Formula Secreta de Dios). En este, entre tanto elogio propio (se anticipaba ganar tres premios Nobel) aseguraba que había comprobado la existencia de Dios mediante la demostración de que las características de los números primos constituyen un código. Podría usted desear que fuese cierto—que la existencia de Dios fuera demostrable directamente por medio de métodos científicos. Por cierto, varios de los que han leído su libro lo encuentran convincente y persuasivo, sin embargo, un matemático fácilmente puede demostrar que su entendimiento de los números primos es ingenuo y su teoría aleatoria deficiente.

Albert Einstein continuamente les recordaba a sus colegas sobre la necesidad de hacer juicios sanos: reconociendo que el marco científico mental puede perder de vista otros valores, pensaba que «la ciencia sin religión esta coja; la religión sin ciencia es ciega».

Es desesperante ver al pensamiento irracional rivalizando contra estas dos esferas. Cada vez que un investigador científico cita resultados que argumentan con la opinión religiosa, ya sea la edad del universo o sobre la vida en el útero, un guardián de la ortodoxia valientemente sale al paso y los condena abiertamente como una obra de incredulidad, con frecuencia sin hacer cita de lo que piensa que está equivocado como un alternativa científica sana.

Con frecuencia vemos a dos defensores de sus respectivas causas tratando de socavar uno al otro, consecuentemente cada uno pierde el objetivo de la verdad en general. La ciencia no puede demostrar a Dios al igual que un desarmador no puede diseñar un sistema de circuito: el método científico es una herramienta para analizar hechos y explicar los fenómenos. Las personas que se entrenan para analizar las cosas de manera científica, intencionalmente se están restringiendo a sí mismos a la observación y la lógica. La moral y el entendimiento religioso no son su rama de experiencia. No debería de sorprendernos encontrar que muchos científicos clamen ninguna experiencia religiosa (y hasta puedan pensar que es imposible), y de igual manera que los pensadores religiosos puedan errar cuando estos intentan utilizar argumento científico.

DESAFIO SOBREHUMANO

Hemos visto que podemos disipar una gran cantidad de pensamientos falsos siendo vigilantes y conscientes de lo puntos débiles del pensamiento humano. Hemos hablado del peligro del mal uso de ciertas herramientas—tratando de utilizar la ciencia para comprobar (o refutar) por ejemplo, la existencia de Dios. Sin embargo, aun equipados con esta información, podría parecer que estamos indefensos ante esta marea de información. La mayoría de nosotros no conocemos expertos fiables en los campos tan propensos a la opinión y el mito, aun así no nos atrevemos a confiar en nuestros propios instintos.

En parte, esto se debe a que hemos visto que el ser humano mismo es una rica fuente de engaños: mientras menos sabemos de nosotros mismos, más fácil caemos en el pensamiento errado. Sin embargo es peor que eso. En el mundo existe en acción un poderoso espíritu de engaño. Dentro de las Escrituras se le conoce generalmente como Satanás, sencillamente en hebreo la palabra para «enemigo». Este enemigo pretende confundirnos y asegurar que la mentira nos gobierne y nos limite. Ciertamente, se le describe como el padre de toda mentira (Juan 8:44). Desafortunadamente Satanás es el «dios de este mundo» (2 Corintios 4:4), y su influencia es dominante. De hecho, él «engaña a todo el mundo» de acuerdo a Apocalipsis 12:9.

«Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto».

Romanos 12:2, Biblia de las Américas

Entonces, ¿cómo podemos evaluar temas de importancia a naciones completas, economías y poblaciones? Si nos cuesta trabajo llegar a la verdad cuando nos referimos aun hasta el más sencillo de los problemas, ¿entonces qué con los asuntos mas difíciles? Pareciera ser que estamos abocados al fracaso desde el principio, que en última instancia estamos confinados al engaño. Sin duda mediante el esfuerzo podemos cultivar la facultad del juicio inteligente, sin embargo está claro que no existe manera que podamos estudiar todas las cosas, saber toda la verdad, y ser impermeables al engaño; esto sería una tarea sobrehumana. A pesar de todo, eso es lo que se vaticina en la Escritura.

La Biblia habla de un futuro día cuando Dios proveerá a los humanos con sabiduría en toda su plenitud: «Pondré dentro de vosotros mi espíritu y hare que andéis en mis estatutos y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas» (Ezequiel 36:27), y «Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré» (Jeremías 31:33). En ese día, Satanás mismo será atado (Apocalipsis 20:1–3, 10), y las mentiras ya no influenciarán nuestro pensamiento. En cuanto a ese día, la humanidad estará tratando con la gloria de la mente de Dios en lugar de la muy limitada mente humana. Ya no seremos asediados por el engaño, y nuestra propia tendencia a razonar erróneamente se evaporará.

Será hasta entonces, cuando las personas pensantes serán como un equilibrista que se esforzará por no caer en el engaño y el error. Que mejor salvaguarda puede haber para el pensamiento correcto que prestar atención a las palabras de David el benévolo rey de Israel (Salmos 111:10): «El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen entendimiento tiene todos los que practican sus mandamientos».