Antes y Después del Día de la Tierra

El transbordador espacial Endeavor regresó recientemente después de entregar otro módulo a la Estación Espacial Internacional (EEI). Se tiene programado un lanzamiento a finales de mayo para añadir otro segmento, el módulo Kibo, desarrollado por la Agencia Espacial Japonesa. 

Ahora, con más de 70% de progreso en su construcción, la alargada EEI pesa más de 265.7 ton (600,000 lb). Aunque no es tan sofisticada ni tan funcional como se imaginó en un principio, es una maravilla tecnológica. Como dice el dicho: «Grandes robles nacen de pequeñas bellotas», y el satélite es «el gran roble» que se desarrolló a partir de esa pequeña bellota rusa de la era espacial, Sputnik, hace más de 50 años. 

Con un peso de apenas 83 kg (184 lb), Sputnik «dio el silbatazo» no sólo a la era de la exploración extraterrestre, sino que con su lanzamiento, realizado el 4 de octubre de 1957, también inició una era coordinada de exploración de la Tierra. Aun cuando el débil latido de su corazón electrónico era un inquietante recordatorio del enfrentamiento de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, también puntualizó el comienzo del Año Geofísico Internacional (AGI). 

Descrito por Hugh Odishaw, organizador del esfuerzo estadounidense, como la «actividad pacífica individual más importante de la humanidad desde el Renacimiento y la Revolución de Copérnico» (citado en Assault on the Unknown [Asalto a la Desconocido], Walter Sullivan, 1961), el AGI fue un esfuerzo de colaboración para lograr un entendimiento más amplio de nuestro planeta. 

En la actualidad, sucesos como el Día de la Tierra y los esfuerzos internacionales combinados para terminar y tripular la EEI son derivaciones de esa misión de colaboración original de 1957. Aunque el Día de la Tierra se festeja sólo una vez al año con sus celebraciones e imperativos «verdes», la EEI orbita el planeta cada 90 minutos. Captar la «estrella brillante» de la EEI atravesando el cielo nocturno puede inspirar una apreciación profunda de los ingeniosos esfuerzos que la humanidad ha realizado durante las últimas décadas para comprender el mundo. La aplicación Skywatch de la NASA es un práctico localizador en línea que se puede utilizar fácilmente para determinar si la estación orbitará por encima de su ubicación.

Más Allá de la Tierra 

La EEI es la prueba y el símbolo de la creatividad, la curiosidad y el triunfo de la humanidad sobre los elementos, pero debido a que se encuentra a escasos 352 km (220 millas) de la superficie del planeta, queda un gran vacío entre nosotros y el resto del universo. En la superficie, la distancia entre Washington D.C. y la ciudad de Nueva York o entre Pasadena y el área central de California, por ejemplo, puede ser importante tanto en espacio como en cultura; sin embargo, la Luna, nuestro vecino celestial más cercano, se encuentra a aproximadamente 400,000 km (250,000 millas) de distancia. 

No obstante, desde la posición de ventaja de un satélite en el espacio cercano, o desde la Luna a inicios de los años setenta, o incluso desde la obtención de muestras de rocas del fondo del mar, hemos aprendido mucho acerca de la estructura y el funcionamiento de nuestro mundo. Nuestro entendimiento nos ha llevado a hacer cuestionamientos fundamentales acerca de si existen más «tierras» habitables. En el Día de la Tierra muchos se preocupan por la condición de este planeta y nuestro impacto en ella, pero la preocupación diaria de cientos de científicos es encontrar otra tierra, y si no es literalmente otra tierra, al menos otro planeta en donde pudiera existir la vida tal y como la conocemos. 

El vuelo espacial humano es apasionante; el relato en primera persona de un nuevo descubrimiento es impactante y convincente, pero llevar a una persona al espacio y regresarla con relativa seguridad es extremadamente costoso. Así, el mayor beneficio por la menor inversión que el programa espacial ha disfrutado es a través de la exploración de otros mundos mediante naves espaciales robóticas. Los sobrevuelos a control del Pioneer y el Voyager de los grandes gigantes de gas, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, establecieron las bases para los exploradores y para una investigación más directa y personal. 

Phoenix en Marte

Dentro de un mes, cuando la mayoría habrá olvidado ya el Día de la Tierra y a una semana de la misión del transbordador para la EEI, los controladores del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL, por sus siglas en inglés) en Pasadena, California, esperan estar guiando el más novedoso módulo de aterrizaje robot sobre la superficie de Marte. Llamada Phoenix, la misión está diseñada para llegar al ambiente marciano más hospitalario para la vida: el extremo glacial del polo norte. 

«Nuestra zona de aterrizaje tiene la mayor concentración de hielo en las afueras de las capas polares de Marte», señaló Peter Smith, investigador principal de la misión, en la Universidad de Arizona, Tucson. «Si quieres buscar una zona habitable en el permafrost ártico, entonces ése es el lugar correcto».

Phoenix cavará en una capa helada que se espera se encuentre al alcance de la superficie. Analizará el agua y el suelo para buscar evidencia de los ciclos climáticos e investigará si el ambiente en ese lugar ha sido favorable a la flora microbiana. 

El vehículo de aterrizaje trípode es similar a las misiones Vikings de la época de los setenta. Debido a que Phoenix no está empleando el método de aterrizaje de la bolsa anti-choque (crash-bag) dentro de un capullo acojinado con varios globos inflados, «los riesgos ambientales del aterrizaje —rocas y pendientes— representan la mayor amenaza para una misión exitosa», señaló David Spencer del JPL, subdirector del proyecto Phoenix y copresidente del grupo de trabajo para elegir el sitio de aterrizaje. «Siempre existe el riesgo de caer en un espacio sinuoso, pero hemos identificado un área que es bastante plana y que está relativamente libre de grandes obstáculos». 

Para el año 2010 se tiene planeada otra misión a Marte, con instrumentación aún más avanzada para buscar agua y evidencia de vida pasada. Esto es parte de responder a la pregunta de si Marte fue alguna vez como la Tierra y, de ser así, si también hubo vida allí.

Los Ojos al Cielo 

Hasta ahora se han descubierto casi 300 planetas más allá de nuestro sistema solar. El más reciente, anunciado en abril, fue un planeta rocoso con un radio casi 50% más grande que el de la Tierra. La mayoría de los planetas extrasolares vistos hasta el momento han sido gigantes de gas con pocas probabilidades de mantener condiciones adecuadas para que haya vida. 

«Probablemente estamos un poco lejos de (descubrir) planetas con una masa similar a la Tierra ubicados a una distancia de su estrella que les permita tener agua en estado líquido en su superficie, en otras palabras, un planeta habitable, pero seguramente lo haremos en una década», afirmaron los científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC) en una conferencia de prensa realizada para anunciar el descubrimiento. El nuevo planeta orbita una pequeña estrella enana roja a 30 años luz en la constelación de Leo. 

Ignasi Ribas, líder del equipo, concluyó: «Creo que estamos muy cerca, a sólo unos cuantos años, de detectar un planeta como la Tierra».